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¿Que la impotencia sexual femenina no existe? ¡MENTIRAS! Se llama SÍNDROME DE LAXITUD VAGINAL.


Déjanos contarte.


Yo llevo siendo ginecólogo casi toda mi vida (excluyendo los años de colegio) y he visto miles de pacientes, He conocido por muchos años a MARIA y quiero que sea la voz de miles de mujeres que tienen un problema que les afecta profundamente su vida íntima y peor aún, su autoestima.

Soy María tengo 39 años mi marido es un profesional medianamente exitoso, y sobre todo es un excelente papa de 2 hijos que tienen 9 y 5 años.


Ustedes pensaran que a mi vida es perfecta o ya está resuelta, pero no, que finalmente entendí esa fatídica frase NO ERES TÚ, SOY YO.


En este momento me siento fea, sin serlo porque todas mis amigas dicen que estoy divina, me siento poco atractiva y peor aún mi marido ya no me toca.


Todo esto empezó después de que mi hijo mayor (DANIEL) nació. Como dirían todas las mujeres este fue el momento más espectacular de mi vida.


A los 3 días de haber nació mi angelito, estábamos en la casa, como se imaginarán, fue cesárea. La verdad cuando mi médico me dijo que iba a ser cesárea descansé, ya que ese pánico del paso de la cabeza del bebe por mi vagina desapareció.


Pero volvamos al tema.


Daniel ocupó mi vida los siguientes 3 meses de mi vida, y lentamente comencé a tener una vida normal, pero me di cuenta que esa vida normal venía acompañada de una vida en pareja la cual para mí siempre era importante.


Tengo que anotar que esa vida en pareja antes del nacimiento de DANIEL fue EXPECTACULAR.

Mi marido es una persona súper comprensiva, durante la lactancia él fue consiente que para mí era muy incómodo retomar mí vida sexual debido a la salida de leche por mis pezones y por tener a Daniel en nuestro cuarto.


Pero finalmente Daniel salió del cuarto, y mi marido entró. Sé que suena raro, pero así fue.

La primera vez fue digamos que OK, pero jamás como antes, yo pensé, “voy a darme tiempo”. Ese tiempo paso y la mejoría nada que llegaba. No sabía que pasaba, me daba hartera todo, desnudarme, besarlo y peor aún todo lo que tuviera que ver con dejar entrar.


No es que me doliera, es que cuando el entraba, no se me erizaba la piel, no me latía el corazón, no me llevaba al otro mundo.


Poco a poco comenzamos a buscar nuestra segunda hija, JULIANA. Así que la frecuencia de relaciones intimas con mi esposo debía si o si aumentar. Finalmente, JULIANA llegó. Y de nuevo 3 meses de bebé.


Después de eso me enfrenté al ser que adoro, MI MARIDO, y con una obligación auto impuesta comenzamos a tener reacciones intimas un par de veces por semana.


Como todo lo que es por obligación, ni a él ni a mi nos permita disfrutar nuestra vida íntima.

Es más, hablando con mis amigas (que también les pasa), cero besos, cero piel y una penetración absolutamente aburrida. Y entre más aburrida se tornaba, menos nos acercábamos.

Yo creo que fácilmente llevamos evitándonos un par de años.


En este tiempo como les dije al principio comencé a verme fea, gorda y desabrida. En ese ciclo llegue hasta ponerme implantes de senos para ver si mejoraba en el espejo. Pero en el espejo no pasó nada, simplemente porque la que estaba viendo en el espejo era a mí. Yo era, y soy una mujer hermosa, que no me siento objeto de deseo de mi marido, y me di cuenta que mi autoestima estaba en el piso porque yo no era objeto de deseo ni siquiera de mí misma.


Eso siguió ocurriendo hasta cuando llegue a la frase NO ERES TU, SOY YO.

¡Y REALMENTE SOY YO!

Lo que está sucediendo desde el nacimiento de Daniel es que durante el embarazo mi vagina para prepararse para el parto se dilató, pero esa dilatación nunca se volvió a encoger.

Al no encogerse, al dejar entrar a mi marido, mi zona intima no se ponían en contacto con su pene como antes, mi vulva no lubricaba y por lo tanto no sentía lo mismo que antes de tener hijos.

Mi autoestima estaba severamente afectada porque todos finalmente, somos seres sensuales y que con los embarazos y con la peri y post menopausia, el duelo de perder todo lo que tiene que ver con la satisfacción auto producida o por nuestras parejas, desencadena la necesidad de olvidarnos que todo lo referente a que el sexo existe y creemos que cambiando partes de nuestro cuerpo o inyectándonos cosas nos vamos a ver más sensuales.

Yo me di cuenta que la sensualidad no se ve, se siente y se siente en la piel, en nuestra zona intima, en nuestra relación de pareja.

Por eso me di cuenta que la impotencia sexual femenina se existe, pero existe diferente, para los hombres es fácil porque es evidente, pero en nosotras es un sentimiento de que nada funciona, de que la que veo en el espejo no es la misma de antes, que al fin del día le perdí todo apetito sexual a mi marido.


LO MAS IMPORTANTE ES QUE DESPUÉS DE LEER ESTE TESTIMONIO ENTIENDAS QUE ESO QUE LE SUCEDIÓ A MARIA LE SUCEDE A MÁS DEL 50% DE LAS MUJERES.


ESTE PROBLEMA TIENE SOLUCION Y ES MI TRABAJO QUE VUELVAS A SENTIR COMO SENTIAS ANTES


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